Dicen quienes trabajan
allí que el fichaje de Pixar fue un punto de inflexión para Disney, un pez
grande que abrazó la filosofía de honestidad brutal impuesta en el pez pequeño
por talentos como John Lasseter, quien desde la compra en 2006 compagina la
función de director creativo en ambas productoras. El dinamismo de los
creadores de Toy Story ha contagiado
a la casa del ratón Mickey que tras el cambio de siglo necesitaba refrescar sus
ideas para generar taquilla.
Al decir Pixar, a todos nos viene
irremediablemente a la cabeza una palabra: animación. Pero acto seguido se
agolpan nombres propios que han forjado la leyenda de esta icónica compañía.
Desde Lucasfilm hasta Up,
su último título original con permiso de Brave,
pasando por aquellos que han dejado su impronta en lo que hoy es el cine de
animación, como John Lasseter y Steve Jobs. Eso es Pixar, mucho más que una
empresa innovadora y tecnológica que ha creado las mejores películas de
animación de la historia. Pixar son sus nombres, los reales y los animados.
Y ahora llega a la capital "Pixar.
25 años de animación", que se puede ver en CaixaForum hasta el 22 de
junio. A esos artistas y a esos personajes está dedicada esta muestra que
reivindica el lado artístico y creativo visto desde esa parte desconocida que
se esconde detrás de cada una de las películas de la factoría de animación más
importante e influyente del mundo. 402 bocetos, esculturas, dibujos, colorscripts, vídeos,
animaciones, y dos joyitas como son el Zoótropo de Toy Story y la pieza audiovisual Artscape
–porque aquí queda claro que tan importante son las técnicas tradicionales
(dibujo, pintura o escultura) como las digitales–, nos enseñan el backstage de la producción de 12 filmes que han
marcado la historia del cine y del entretenimiento. Una historia que Pixar
Animation Studios ha forjado en forma de 14 largometrajes de animación,
galardonados con 30 premios Oscar (siete de ellos, al mejor largometraje de animación) y 7
Globos de Oro, y con unos récords en taquilla y ventas de merchandising que son la
envidia de cualquier productor.
Incluyendo a la propia factoría
Disney, que desde que vio que este pez pequeño y recién nacido se comía al
grande, tuvo que poner en marcha varios mecanismos para no quedarse atrás. La factoría de Mickey Mouse atesora numerosos premios Oscar
por sus filmes de dibujos, pero desde que se creó la categoría de mejor
película animada en 2001 ninguna de sus producciones ha logrado alzarse con ese
título.
En estos tiempos sería
más correcto referirse a la frase: “de Pixar a Disney”, pues, ciertamente,
Disney Animation ha demostrado en los últimos años estar más dispuesto a correr
riegos para aumentar su competitividad. Sus princesas son ahora más atrevidas y
descaradas, algo que se vio en Enredados
y que se repite en Frozen, y sus
historias ya no sólo nacen de cuentos infantiles, sino también de cómics. A la
inversa, Pixar también ha pisado el feudo de Disney con Brave, su primera película protagonizada por una princesa, Mérida,
que en mayo pasó a engrosar la lista de personajes de la realeza en Disneyland.
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