La decisión es libre pero
lo que está claro es que hoy, Día Internacional del Libro, no hay
excusas. Llevarse una joya de García Márquez, el último bestseller, un álbum
ilustrado o hacerse con ese libro que siempre recuerdas que tienes que comprar
pero nunca terminas de coger.
Si Barcelona se llena de
rosas y libros por Sant Jordi, Madrid también hace lo propio con un extenso
programa de actividades para celebrar por noveno año consecutivo su Noche de
los Libros. Bajo el lema ¿Me
regalas un libro? Te regalo un libro, la región se deja tomar por las
letras con más de 600 actividades, encuentros y firmas con 530 escritores y más
de 200 librerías salen a la calle, amplían sus horarios y ofrecen descuentos
del 10%.
"Aprendí el español en la calle con unas rondas que se referían a la muerte"
En la sala
de prensa parecía que hubiese pasado un ángel, los asistentes del acto y los
periodistas enmudecieron ante una dama pequeña pero de gran sonrisa y saber
estar. "Antes de Gabriel García Márquez, éramos los condenados de la
Tierra". Así ha comenzado Elena Poniatowska su discurso del Premio
Cervantes, con un homenaje al tan recordado escritor colombiano. "García
Márquez, con Cien años de soledad, le dio alas a América Latina, y
es ese gran vuelo es el que hoy nos envuelve, nos levanta y hace que nos
crezcan flores en la cabeza", prosiguió la mexicana desde el atril de la
Universidad de Alcalá de Henares.
Ha sido una
ponencia con un marcado cariz feminista y, sobre todo, latino. La princesa
roja no ha olvidado que ella es la última en incorporarse al exiguo
cuarteto de mujeres Cervantes, formado además por "las tres Marías"
-Ana María Matute, María Zambrano y Dulce María Loynaz-. También ha sido la
primera en leer su plática desde el púlpito, ataviada con un traje rojo y
amarillo con el que ha obsequiado sin palabras a las mujeres de Juchitán.
La española
María Zambrano fue la primera en recibirlo y es muy querida en México porque
vivió allí tras la Guerra Civil española. El exilio fue para ella "una
herida sin cura, pero ella fue una exiliada de todo menos de su
escritura". Al hablar de la cubana Dulce María Loynaz recordó "cuando
le sugirieron que abandonara la Cuba revolucionaria respondió que cómo iba a
marcharse si Cuba era invención de su familia". Por último, Poniatowska se
sintió admirada por la "obsesión por la infancia y su imaginario
riquísimo y feroz" de Ana María Matute.
Estas
escritoras "zarandeadas por sus circunstancias, no tuvieron santo a quien
encomendarse y, sin embargo, hoy por hoy, son las mujeres de Cervantes, al
igual que Dulcinea del Toboso, Luscinda, Zoraida y Constanza. A diferencia de
ellas, muchos dioses me han protegido, porque en México hay un dios bajo cada
piedra, un dios para la lluvia, otro para la fertilidad, otro para la
muerte".
Una princesa de calle
Una princesa de calle
La
octogenaria, nacida en París, forma parte de un linaje que entremezcla tres
nacionalidades (francesa, polaca y mexicana) y huellas de sangre azul. Desde su
juventud luchó para que el título de princesa no fuese una rémora en su buen
hacer literario, por lo que se involucró y defendió con fervor sus ideales de
izquierdas. "Aprendí el español en la calle, con los gritos de los
pregoneros y con unas rondas que siempre se referían a la muerte",
reclamaba Poniatowska.
Y así se
refería también a la estremecedora realidad de las mujeres en Ciudad Juárez.
"Lo de la mujer en México es aterrador", siempre ha dicho la
escritora. No, sin embargo, su idioma, que la conquistó con el primer 'gracias'
que escuchó y que le sonó mas profundo que el 'merci' francés. De repente, toda
América Latina se le antojó como un paraíso temible y secreto. "Se
extendía moreno y descalzo frente a mi hermana y a mí y nos desafiaba:
Descúbranme".
Y así
encontró en el español la llave para conocer México y convertirse en una de las
cronistas fundamentales de su historia contemporánea. "Me pregunté si
los conquistadores se habían dado cuenta de quiénes eran sus
conquistados", así se refería a ese pueblo luchador que originó
estandartes literarios como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio
Pitol y José Emilio Pacheco. Este quinteto de compatriotas mexicanos fue el
pionero en llevar al otro lado del Atlántico la realidad indígena.
La Homérica Latina
"Marta
Traba publicó en Colombia una "Homérica Latina" en la que los
personajes son los perdedores de nuestro continente, los de a pie" y esos
personajes son los que le dieron a Poniatowska su inspiración periodística. El
cartero, el afilador de cuchillos o el vendedor de camotes que confiaron en su
pluma para retratar sus vidas. Los que aún confían en esa "cronista
impulsiva que retiene lo que le cuentan".
"He
aquí a nuestros personajes, los que llevan a sus niños a fotografiar ya muertos
para convertirlos en "angelitos santos", la multitud que rompe las
vallas y desploma los templetes en los desfile"s militares, la que de
pronto y sin esfuerzo hace fracasar todas las mal intencionadas políticas de
buena vecindad".
Ha destacado
su labor de reportera, donde gracias a Todo México charlamos
con el poeta Octavio Paz, el fotógrafo Gabriel Figueroa o el escritor Juan
Rulfo. Aunque la obra más prestigiosa de esta dama aristócrata es La
noche en Tlatelolco, el testimonio de uno de los episodios más conmovedores
y sangrientos de la historia del país latino: la matanza de estudiantes en 1968
en la Plaza de las Tres Culturas.
"No hay
ningún acontecimiento más importante en mi vida profesional que este premio que
el jurado del Cervantes otorga a una Sancho Panza femenina", terminaba
Poniatowska. Y concluía uniendo su destino al de Cervantes, no escribiendo de
molinos pero sí de los andariegos comunes de su gente.
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