Pixar Studios nos ha convertido en esclavos de los
calendarios, impacientes por conocer los prodigios de animación del año. Y es
que la factoría de las maravillas puede enorgullecerse de haber orquestado las
mejores películas del género en las últimas dos décadas, éxitos de taquilla
tales como Toy Story, Buscando a Nemo, Ratatouille o Wall-E.
En un contexto de sospechas sobre más precuelas, secuelas y
productos que hiciesen flaco favor a la originalidad y al talento de la casa,
Pixar recupera el clasicismo de Disney presentando a su primera princesa
protagonista. El cuento de hadas, la moralina y el tono familiar propios de la
compañía de Mickey se entremezclan con la profundidad y el guión reflexivo de
la marca del flexo saltarín. Sin embargo la cinta de Mark Andrews y Brenda
Chapman merece ser analizada individualmente, evitando caer en las
comparaciones odiosas con sus predecesoras y disfrutando de cada una de sus particularidades.