La literatura nutre al séptimo arte, lo protege de caer en
las garras de la vulgaridad y satisface
o agravia la imaginación de los lectores más voraces. Pero el cine también imprime grandeza a
ciertas obras, y en eso es experto el artífice de la Tierra Media en la gran
pantalla. Con infinito respeto, Peter
Jackson y su equipo han convertido los volúmenes de J.R.R Tolkien en un símbolo
dentro del género de aventuras. Todo un universo imaginario con personalidad
propia que se reconoce, desde hace una década, en unos colores, acordes y voces
característicos.
Nos encontramos ante la primera entrega de una trilogía que
adaptará, de forma bastante dilatada, las 280 páginas de El Hobbit. Todo el
proceso de producción ha sido un libro abierto; las innovadoras técnicas, el
reparto, fechas y títulos. Dos años de información en dosis ingentes no han
servido para acallar el temor de los fanáticos seguidores de la trilogía de El
señor de los anillos. Pues bien, lejos de ser una cinta perfecta, los
Tolkiendilis y los incondicionales de Jackson pueden respirar tranquilos y
rascarse confiados los bolsillos para disfrutar en el cine de esta épica
aventura.